Las ruinas de la antigua ciudad de Caral emergen de entre las montañas del desierto como si fuera un espejismo, creando un efecto realmente mágico. El paisaje, el entorno y saber que estás ante los restos de la civilización más antigua de América realmente impresiona. Y es que Perú no sólo es Machu Picchu, sino que alberga muchos otros tesoros arqueológicos que son únicos en el mundo. Sin embargo, en comparación con el millón y medio de visitantes que recibió la ciudadela inca en 2024, Caral sólo lo visitaron varias decenas de miles de personas, así que si buscas huir de la masificación turística y descubrir lugares igual de singulares, pero menos conocidos, la visita a Caral no te decepcionará.

Los restos de la ciudad de Caral fueron descubiertos en la década de los noventa por la arqueóloga Ruth Shady que aún continúa trabajando en desvelar los enigmas de esta antigua civilización. En 2009, todo el conjunto histórico fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

La civilización Caral surgió de forma aislada en el valle de Supe hace más de 5000 años (3000 a.c.). Lo primero que te preguntas al llegar y ver a tu alrededor desierto y más desierto, es de qué vivían y cómo se les ocurrió asentarse allí.
La realidad es que en aquel entonces el valle era mucho más fértil y la cercanía del río Supe les permitió desarrollar sistemas de riego bastante avanzados. Y además de la agricultura, una importante fuente de recursos fue el mar, que se encuentra a unos 40 km. Del mar obtenían pescados, mariscos, algas y otras riquezas.
Los Caral fueron una sociedad avanzada. No eran guerreros, no tenían ambición de conquistar a otros pueblos, pero sin embargo sí intercambiaron conocimientos y recursos con otras culturas de la sierra y la selva y eso les ayudó a prosperar. Incluso hay evidencias de que estuvieron en contacto con otras comunidades de Ecuador o Chile. Tan lejos llegaron. Todo esto se sabe por los estudios realizados sobre los restos encontrados en las excavaciones. El guía os lo explicará muy bien durante la visita.
Le he pedido a la IA que me haga una simulación de cómo podía ser la ciudad de Caral partiendo de los restos existentes. Para que os hagáis una idea, pudo ser algo parecido a esto:

Impresionante, ¿verdad?. Ten en cuenta que los Caral convivieron en el tiempo con las civilizaciones más antiguas del mundo, como el antiguo Egipto o Mesopotamia.
Los restos encontrados sugieren que muchos de los grandes edificios tenían un fin litúrgico y en ellos se realizaban rituales y ceremonias, por lo que se cree que la ciudad era sobre todo un centro religioso.
La ciudad de Caral fue abandonada por sus habitantes hacia 1900 a.c. tras unas sequía muy intensa que duró décadas. Los hallazgos más recientes sugieren que se trasladaron a otros asentamientos cercanos, como Peñico o Vichama, en el Valle Huaura. Las excavaciones en Peñico han revelado hallazgos sorprendentes y recientemente se ha abierto al público el sitio arqueológico para su visita.
Para visitar Caral, lo que tienes que hacer es «coger carretera y manta» desde Lima hacia el norte. Si vas en tu propio coche, o coche de alquiler, debes conducir por la Panamericana Norte hasta la salida del kilómetro 184. Allí verás un cartel que anuncia el sitio arqueológico e informa sobre la distancia: 23 km. Se trata de 23 km. que se te harán un poco eternos, en los que tendrás que transitar por una pista de tierra con algunos pasos complicados, así que tómatelo con mucha calma. En total el viaje desde Lima te llevará unas 4 horas.
Otra opción es ir en transporte público. Desde Lima, tienes que tomar un autobús con destino Barranca y bajarte en Supe Pueblo, en la zona del mercado. Allí tienes dos opciones: un taxi, que viene a costar unos S/.40, o un colectivo cuyo precio es de S/.4 más o menos y te deja en la entrada peatonal del sitio desde donde tienes que caminar unos 20 minutos para llegar a las ruinas. Esta es realmente la vía oficial para ingresar en el sitio arqueológico.
En vehículo privado, ya sea tu propio coche o un taxi se puede seguir un camino alternativo que te lleva directamente hasta el centro de visitantes desde donde comenzar directamente la visita, pero ojo, este acceso no está siempre garantizado, ya que para llegar los vehículos deben cruzar un río que, en temporada de lluvias (de noviembre a mayo) puede no ser transitable.
Nosotros accedimos por la entrada oficial, donde empieza el camino peatonal. Allí había un hombre con un carruaje tirado por un caballo que por unos pocos soles te llevaba hasta la recepción, así que decidimos contribuir a la economía local accediendo a que nos llevara. Este servicio no lo proporciona oficialmente el sitio arqueológico y de hecho, actualmente creo que ya no está disponible. En cualquier caso, el sendero es fácil de recorrer y tanto el acceso a las ruinas como la visita están habilitados para personas con movilidad reducida.

La visita incluye un recorrido por las ruinas y una visita al centro de interpretación, todo ello explicado por un guía oficial. No hay un museo del sitio, pero si quieres ver una interesante muestra de los objetos encontrados en las excavaciones, te recomiendo visitar el Museo Comunitario en Supe, que tiene una magnífica exposición permanente sobre la civilización Caral.
Yo visité Caral de camino a Trujillo, «la ciudad de la Marinera». Una ciudad alegre en la que ya se huele el Caribe. Aquel «road trip» desde Lima con destino final Trujillo mereció mucho la pena. Lo contaré pronto en otro post.
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